miércoles, 28 de marzo de 2012

Los Problemas del Parlamentarismo: Una mirada a la Crisis Canadiense (2008 – 2009)


En esta última entrega de artículos acerca del Parlamentarismo,  abordaré la crisis parlamentaria que tuvo lugar en Canadá durante el 2008, siguiendo a la Elección General de ese año.
Si bien la última elección previa a esta había sido en el año 2006 (apenas 2 años antes), el gobierno resultante de esta, liderado por Stephen Harper (Conservador), tenía una extrema debilidad ya que había quedado muy por debajo de la cantidad de bancas necesarias para formar un gobierno de mayoría. Por lo tanto, se convocó a las elecciones de 2008 con la esperanza quizás, de poder obtener números más holgados que pudieran sostener mejor al gobierno.

El Primer Ministro de Canadá y Líder del Partido Conservador, Stephen Harper.

En la elección de 2008, los Conservadores obtuvieron mejores números que en 2006, pero nuevamente quedaron por debajo de los asientos necesarios para formar un gobierno de mayoría. Los Liberales, que salieron segundos, obtuvieron un resultado muy magro, perdiendo bancas respecto de la elección de 2006, que ya había sido mala. El tercer partido, el Bloque de Quebec, independentista y sin vinculación a los partidos federales, obtuvo una de sus mayores votaciones de la historia (considerando que está presente en una sola Provincia de Canadá) y los Nuevos Demócratas (NDP, socialdemócratas) obtuvieron un pequeño avance en su número, pero un mal resultado en el contexto general.

Como es costumbre en un sistema parlamentario, existen 2 opciones válidas siguiendo a la elección: o bien continúa en el gobierno el Partido Conservador, liderado por el Primer Ministro Harper o se forma una coalición de gobierno de los restantes partidos, que juntos suman más bancas que las de los Conservadores. Esta segunda opción convocó la atención de los líderes de los partidos derrotados durante el verano boreal de 2008 y llevó a causar una de las crisis más graves a nivel institucional que Canadá tuvo en su historia.

Manifestación a favor de la Coalición en Toronto

Los Liberales (2° en la elección), comenzaron a buscar apoyo entre los partidos 3° y 4°. El Bloque de Quebec no se prestó a la formación de coalición, ya que al ser un partido que promueve la separación de su provincia del resto de la confederación, el hecho de que hubiesen sido socios del gobierno federal hubiese significado una traición a sus principios. Sin embargo, los quebequeses dieron una suerte de apoyo tácito a una coalición entre los Liberales y el NDP. Coherente ideológicamente y bastante aceptable, estos dos partidos aceptaron ser socios de coalición, permitiendo esto desbancar de su cargo al PM conservador Stephen Harper y hacerse con el gobierno.

Stéphane Dion, Líder Liberal, renunció tras perder las elecciones.

Jack Layton, Líder del NDP, resultó cuarto en la elección y fue socio de coalición de los Liberales.

Gilles Duceppe, líder del Bloque de Quebec, apoyó la coalición pero se negó a participar en ella.

Esto podría lograrse a través de lo que se conoce como Voto de Confianza (Motion of Confidence), promoviendo los Liberales y el NDP una Moción de confianza no constructiva, para quitar el gobierno a los conservadores. Esta moción contaría con el apoyo del Bloque de Quebec, y permitiría la caída del gobierno conservador y la asunción de un gobierno de coalición entre los Liberales y el NDP. Tal Moción debía ser realizada ante el nuevo parlamento (el 40° Parlamento de Canadá) el 1° de diciembre de 2008.
Aquí, en este punto entró a jugar políticamente la Gobernadora General de Canadá Michaëlle Jean, quien con sus decisiones favoreció absolutamente a los Conservadores. Para que se entienda su función, la Gobernadora General es la representante de la Reina Isabel II, quien es la Jefa de Estado de Canadá. Es lo que nosotros llamaríamos, un Virrey, o más bien, en este caso una Virreina.

La Gobernadora General de Canadá, Michaëlle Jean, jugó a favor de los conservadores al clausurar el Parlamento.

Manifestación en Vancouver contra la clausura del Parlamento.

La Gobernadora General, en uso de sus atribuciones reales, decidió aplicar la figura de Prorogation, que viene a ser una clausura temporal del parlamento. En Canadá, se entiende que esta medida puede tomarse como máximo por el término de 1 año (!). Esta maniobra dilatoria permitió al Primer Ministro Stephen Harper dilatar la realización de la sesión donde perdería la confianza del parlamento, ocasionando la puesta en marcha de un nuevo gobierno. Tal clausura se prolongó durante el invierno boreal, (Diciembre de 2008 – Enero de 2009) y sirvió no solo para dilatar el tiempo sino también para desactivar la coalición. Siendo sinceros, la coalición tenía problemas también. En primer lugar se trataba de un gobierno de 2 partidos que tampoco alcanzaban a formar un gobierno de mayoría y que para peor, se encontraba apoyado por un partido provincial autonomista. Para empeorar aún más las cosas, los Liberales, que habían obtenido un mal resultado hubieran sido (en la coalición), los encargados de liderar el gobierno. El líder liberal Stéphane Dion renunció al liderazgo de su partido por haber perdido las elecciones a fines de 2008 (práctica común en los regímenes parlamentarios), siendo reemplazado por un líder provisorio, Michael Ignatieff.

Un débil Ignatieff hubiese sido elegido Primer Ministro

Ignatieff, líder provisorio de un partido que perdió las elecciones con un resultado pésimo se hubiera convertido en el Primer Ministro de Canadá, liderando una coalición de 2 partidos que no alcanzaban la mayoría necesaria para gobernar, atados a realizar permanentes acuerdos con los autonomistas de Quebec, una concesión que los políticos federales canadienses no pueden permitirse.

Sin el consenso necesario en su propio partido, los liberales desistieron en Enero de 2009 de realizar la Moción de Confianza no constructiva y abandonaron los planes de coalición. A fines de ese mes, desactivada la Coalición, el Parlamento retomó sus sesiones, con Stephen Harper liderando un gobierno conservador de minoría que se prolongó hasta Marzo de 2011, cuando los conservadores perdieron una nueva Moción de Confianza que condujo a la realización de nuevas elecciones. En estas, los Liberales obtuvieron el peor resultado en bancas de su historia y perdieron su lugar como la Oposición oficial. Tal lugar fue ganado por los Nuevos Demócratas, que capitalizaron el descontento hacia los liberales y el voto antes dirigido al Bloque de Quebec. Y Harper, liderando a los Conservadores nuevamente, obtuvo su primer gobierno de mayoría.  

viernes, 16 de marzo de 2012

Presidencialismo vs. Parlamentarismo II: El personalismo


Mucho se discute y dice en nuestro país acerca de que somos personalistas. Y es cierto, nuestra forma de organización política siempre (al menos desde la Constitución de 1853), siempre ha sido así. Buscamos liderazgos personalistas, siempre.

Quienes sustentan en nuestro país una postura favorable al parlamentarismo sostienen que este sistema de gobierno es más democrático, más proclive al debate y menos propenso al personalismo, la concentración de poder y el autoritarismo; lo cual no es cierto. Probablemente quienes lo digan hablen desde el desconocimiento de los sistemas parlamentarios del resto del mundo.
Intentaré no ser demasiado tedioso para explicar que los sistemas parlamentarios no inhiben la posibilidad de edificar sistemas personalistas; y que incluso muchas veces tienen más componentes personalistas que nuestros presidencialismos.

En primer lugar existe una fantasía acerca de que el Poder de mayor importancia en los parlamentarismos es el Legislativo. Esto es erróneo. El poder principal sigue siendo el poder ejecutivo, que se encuentra en manos de un Primer Ministro elegido por el Parlamento. Es decir, la única diferencia en este sentido sería que la figura clave del gobierno deja de ser directamente elegida por el pueblo para pasar a ser elegida indirectamente por los miembros del Poder Legislativo.

En segundo lugar, el Primer Ministro suele ser en todos los sistemas parlamentarios el líder del partido político más votado. Se supone que ha llegado a esa posición tras haber ganado las elecciones de liderazgo de su partido y luego, al ganar las elecciones se transforma en el titular del Poder Ejecutivo. Esto quiere decir que no se elimina esa “doble función” entendida como peligrosa por algunos cronistas que supondría la posesión de 2 cargos como ser la máxima autoridad política del país y además ser el líder de un partido.

El Primer Ministro conservador de Canadá, Stephen Harper habla en la Conferencia de su partido, en su calidad de líder del mismo.

En tercer lugar, los grupos parlamentarios (los bloques del congreso) suelen ser monolíticos respecto de que todos los miembros del bloque votan al Primer Ministro que propone ese partido y absolutamente todos, salvo circunstancias muy excepcionales apoyarán las iniciativas del gobierno. Es impensable en un sistema parlamentario lo que ha ocurrido aquí en reiteradas ocasiones de los famosos cambios de bando de Diputados y Senadores o inclusive como ocurrió en 2008, a lo largo del conflicto agropecuario, cuando el oficialismo perdió la mayoría no en una elección sino gracias al pasaje de varios de sus diputados a la oposición.

No conozco además ningún sistema parlamentario en el mundo que limite la duración del cargo de Primer Ministro. Por lo tanto, se abriría la puerta en el caso de adoptar este sistema de posibilitar la reelección indefinida; ya que un Miembro del Parlamento (que no tiene límites de reelección) puede ser elegido Primer Ministro todas las veces que quiera siempre y cuando su partido mantenga la mayoría de la cámara.
En numerosos países del mundo, incluyendo muchos de probada calidad democrática, los Primeros Ministros han desempeñado el cargo por períodos muy prolongados de tiempo, mucho más prolongados que los de nuestros presidentes.

Por poner ejemplos, Felipe González, quien fue Presidente del Gobierno de España estuvo en el cargo durante 14 años; Margaret Thatcher, quien fue Primera Ministra de Gran Bretaña durante 11 años; Tony Blair, quien ocupó el mismo cargo por 10 años. Pierre Trudeau, Primer Ministro de Canadá, ocupó ese cargo 15 años. Pero sin dudas, los laureles se los lleva el Primer Ministro sueco Tage Erlander, quien ocupó el cargo de forma ininterrumpida entre 1946 y 1969, haciendo un total de 23 años. Un poco por debajo, pero con mandatos interrumpidos y dispersos se ubica el liberal canadiense Mackenzie King, 22 años en el cargo.

Erlander fue 23 años Primer Ministro de Suecia

En nuestro país los records se ubican bastante por debajo de aquellos y cabe preguntarse si realmente el parlamentarismo sería una limitación para la concentración de poder o la mantención del cargo.
Como señalaba anteriormente, para que un sistema parlamentario funcione debe haber sólidos bloques políticos y sólidos partidos, ideológicamente coherentes y con sus miembros consustanciados con un proyecto político. Hoy en nuestro país carecemos de estas características: la oposición es diversa y dispersa y el oficialismo es volátil porque la amalgama de sectores diferentes está en relación a las figuras centrales del proyecto político. En caso de carecer de esa figura, el bloque se disuelve absolutamente.

Si Argentina tuviera hoy un sistema parlamentario sería altamente volátil, porque cualquier política coyuntural (como ocurrió en 2008) podría ocasionar el prematuro final de un gobierno a través de una Moción de Confianza. En los sistemas parlamentarios los gobiernos no tienen términos fijos, de modo que un Congreso en contra podría significar directamente la caída del gobierno (si es que la oposición  acuerda para crear uno nuevo).

Por último, adoptar el sistema requeriría modificar la estructura eleccionaria de nuestro país. Hasta donde tengo entendido, en todos los sistemas parlamentarios el Congreso se renueva por la totalidad de sus bancas, no por tercios o mitades como estamos acostumbrados aquí. Esto se debe a que tener elecciones cada 2 años significaría potencialmente que cada gobierno durase solamente esos 2 años y no más, lo que daría una gran inestabilidad al sistema. Por ello, siempre en todo sistema parlamentario, las elecciones son cada 4 años, con el objetivo de crear un mínimo horizonte de previsibilidad.
En la próxima entrada abordaré una crisis parlamentaria específica y analizaré qué lecciones podemos sacar de ella.

viernes, 10 de febrero de 2012

5 años de Transantiago


Hoy hace exactamente 5 años se ponía en marcha el primer día de operación del Plan Transantiago, un plan de transportes que pretendía revolucionar los desplazamientos en la ciudad de Santiago de Chile. Era el sábado 10 de febrero de 2007.

Viene de más atrás...nada cambia

¿Qué pasó en estos 5 años? ¿Cuál es el balance que puede hacerse del sistema?
En  primer lugar podemos partir por lo positivo que incorporó: una gran renovación de flota con modernas unidades de gran calidad, buses articulados, paraderos y refugios estándar, señalética estandarizada, corredores y vías exclusivas para transporte público, forma de pago con tarjeta contact-less, información al usuario, mapas, consulta de tiempo de llegada de buses por sistema de telefonía celular y empresas con mayor responsabilidad y mejores prácticas laborales que las operantes en el anterior sistema.
Esa sería la parte buena. Ahora, ¿qué podemos decir de lo malo? En primer lugar, que el sistema no respondió bien inicialmente debido a serias fallas de información y algunos problemas de cobertura en zonas periféricas. Quizás uno de los mayores problemas, no tan tenido en cuenta, haya sido el hecho de que el reemplazo de una malla de recorridos por otra nueva de un día para el otro significó un choque grande, que no daba oportunidad a habituarse a los nuevos trazados más que a la fuerza. Todo esto, fogoneado por una feroz campaña de los medios de comunicación masiva ligados a los sectores políticos de derecha, más interesados en perjudicar la imagen del entonces gobierno de Michelle Bachelet que por hacerse eco de las reales problemáticas que entrañaba la complejidad misma del sistema.

Tendrás que esperar...una vez más

Hoy día Transantiago es un sistema diferente de aquél que arrancó el 10F. Aquello que comenzó como una original mezcla entre BRT y un sistema convencional, hoy se ha convertido en un sistema convencional con algunos resabios de BRT. El punto de inflexión ocurrió en el segundo semestre del 2009, cuando comenzaron a aplicarse algunas modificaciones que fueron cuestionadas, como la extensión del Troncal 502 a Vitacura. Pero eso sería solo el anuncio de algo peor. Hoy día Transantiago opera una cantidad muy mayor de servicios, que tienden a extenderse sin generarse los correspondientes aumentos de flota y por lo tanto, disminuyendo las frecuencias.

Entre las propuestas empresariales y las propuestas del Ministerio de Transportes luego del cambio de gobierno en Marzo de 2010, se logró arruinar la estabilización que se había alcanzado hacia mediados de 2008 y que duró hasta mediados/fines de 2009. Sería injusto cargar todas las responsabilidades en este decaimiento de Transantiago en la nueva administración de Sebastián Piñera, ya que algunos cambios cuestionables aparecieron en los últimos tiempos de la gestión del Ministro René Cortázar, tocando sus puntos máximos durante la pésima gestión de Felipe Morandé.

405 - Transantiago | Express de Santiago Uno | Letreros de Cortesía Verticales 2008

En estos tiempos de malas propuestas y peores soluciones se han creado un sinnúmero de servicios de dudosa utilidad que han erosionado la dotación de buses de los troncales más importantes que circulan en Santiago. Así sucedió con el Troncal 422 (que ya completó su segunda extensión) y el 423, que afectan directamente las flotas de troncales principales como los 401, 413, 421, 406 y 426. Otro de los recientes problemas ha sido la creación de variantes cortas que llegaron con la extensión del Metro a Maipú, tales como los 413c, 413v, 431c y 431v, todos ellos comprometiendo dotación de los más importantes 401, 413 y 431.

Un aspecto que ha entrado en entredicho es el precio actual del pasaje, que si bien permite transbordos, este beneficio se ha recortado últimamente. La tarifa del Metro es realmente excesiva en términos absolutos y la de los buses sigue siendo algo elevada. Sostienen algunos que en caso de persistir el sistema anterior, la tarifa sería más cara y esto es altamente probable.
Lo cierto es que la política de aumentar las tarifas como forma de combatir la evasión del pasaje no ha funcionado y hoy día la evasión se ha duplicado, inclusive como promocionado método de “desobediencia civil”. Por lo tanto, la política no ha sido la adecuada. En este sentido, sería mejor congelar la tarifa por un tiempo y aumentar los controles para disminuir la evasión, que se está transformando en un problema serio para la financiación del sistema.

Otro de los puntos que hay que mejorar sin dudas es el diseño de la recaudación del sistema, que desde su inicio realiza el AFT (Administrador Financiero de Transantiago), una sociedad formada por importantes bancos del país, que se beneficia con un jugoso porcentaje de los pasajes para administrar el dinero. Si realmente se desearan solucionar los problemas financieros debería modificarse esta administración, pudiendo ser otro ente el encargado de la misma.
En este sentido, podría realizarse al igual que en Argentina, donde el recaudador del dinero de las tarjetas SUBE (hermana trasandina de la Bip!) es el Banco Nación, equivalente al Banco Estado chileno, que no obtiene ningún porcentaje del pasaje por la administración del dinero. ¿O no es suficiente ya con disponer de millonarios volúmenes de dinero libremente desde el depósito hasta el pago a la correspondiente empresa?

Desafortunadamente, hoy Transantiago está demasiado lejos de lo que alguna vez quiso ser y de aquella época de estabilización. Numerosas empresas han enfrentado dificultades económicas (Buses Gran Santiago, Transaraucarias, Las Araucarias y Unitran), comprometiendo la operación en 5 zonas del sistema.
La operaria del Troncal 4, Express de Santiago, que alguna vez se destacó por ser una de las 2 grandes (junto a SuBus, Troncal 2), cayó en calidad de servicio, frecuencias y prestaciones. Los buses en vacío son moneda corriente en la Alameda a toda hora y demuestran, una vez más, la nueva mentalidad empresaria con la que se está gobernando Transantiago, que es la de maximizar los beneficios a costo del pasajero. En las últimas propuestas de esta empresa al Ministerio de Transportes, enviadas a fines de enero, las fusiones de servicios están a la orden del día por razones muy sencillas pero no explicitadas: la reducción de los costos laborales (eliminando puntos de regulación intermedios) y el evitar la superposición de recorridos, a fin de reducir el gasto de combustible y material rodante.

La planificación del sistema deja mucho que desear en estos días, cuando las rutas y las fusiones se trazan desde oficinas y escritorios con escuadra y lapicera y sin una sola medición de terreno, sin salidas a la calle, sin encuestas origen-destino que sustenten y justifiquen las estrafalarias modificaciones que se proponen.
Y en este 2012, las cosas se pondrán peor aún. El fin de las concesiones de las actuales zonas alimentadoras modificará sustancialmente la lógica troncal-alimentador, que es piedra angular del sistema. Como se está viendo hoy en la zona H, no habrá distinción entre flotas zonales y troncales; y tampoco distinción entre diferentes zonas. Será todo lo mismo, irá todo mezclado, en función de una maximización del beneficio obtenido por los tres grandes grupos que controlarán el transporte de la capital. Y mientras tanto, el Metro seguirá, como autista, “en la suya”, negándose a la integración con un sistema que desde el primer día lo tuvo en cuenta.

Este es un balance de los 5 ¿primeros, últimos? Años de Transantiago.

Agradecimientos a Ariel Cruz Pizarro y Hans Hermosilla por las imágenes

sábado, 10 de septiembre de 2011

Presidencialismo vs. Parlamentarismo I

En estos días, muchos columnistas políticos de actualidad han expresado que existe cierto plan de Reforma Constitucional por parte de la administración kirchnerista de cara al nuevo período presidencial que comienza a fines de este año. La cuestión de reforma constitucional no es nueva para el periodismo. Ya la habían barajado varias veces entre 2007 y 2008, sin que hubiese ninguna expresión oficial en esa dirección.

Lo interesante en esta oportunidad es que la reforma en cuestión que el gobierno estaría estudiando, cambiaría sustancialmente –en el caso de concretarse- el panorama político nacional. Se trataría por primera vez en la historia argentina del abandono del sistema presidencialista (Presidente como Jefe de Estado y Jefe de Gobierno) a un sistema parlamentario, con un Presidente como Jefe de Estado y un Primer Ministro como Jefe de Gobierno.

El sueño parlamentario no es algo nuevo para la opinión pública, ni para el periodismo ni para la clase política. Tiene su anclaje en una concepción (a mi manera de ver, errónea) de que el Parlamentarismo favorece una mayor tolerancia, pluralismo, respeto y demás virtudes republicanas. Bastaría que algunos de los caballeros que impulsan estas ideas se informen acerca de los sistemas parlamentarios alrededor del mundo para comprobar que estos no son nada extraordinario y que inclusive, cuentan con vicios similares a los sistemas presidencialistas. La concepción de que el presidencialismo es autoritario y el parlamentarismo es pluralista es a todas luces ridícula. Quienes han vivido una porción importante de su vida bajo regímenes autoritarios aun tienen en su mente la imagen de que la Casa Rosada es la sede de los presidentes, autoritarios y antidemocráticos que hacen lo que se les antoja y el Congreso como el hogar de la democracia, donde todo se somete a discusión en un ámbito de respeto y sana convivencia democrática. En la práctica podríamos decir que esto no es tan así: el Poder Ejecutivo es tan democrático como el Legislativo. Ambos son por elección popular directa, ambos se renuevan, tienen periodicidad, etc.

En la Primavera Democrática de 1983, Raúl Alfonsín encaró proyectos de gran envergadura que desembocarían en la Segunda República Argentina. Los cambios eran: Nueva capital, nueva constitución, nueva forma de gobierno e inclusive un nuevo sistema de partidos políticos. En este sentido, podemos ubicar aquí el nacimiento de tantos proyectos refundadores de la nación que han circulado desde el retorno a la democracia. Con el objetivo de analizar la factibilidad de la concreción de estos proyectos, Alfonsín convocó al Consejo para la Consolidación de la Democracia, que emitió unos documentos donde analizaba las posibilidades, perspectivas o posibles cambios que debían introducirse en la nueva Constitución. Uno de ellos era, en efecto la creación de un sistema semiparlamentario, similar al modelo que utiliza hoy Francia. La idea, en general era que el Presidente compartiera o delegara ciertas atribuciones de gobierno en un Primer Ministro, que debería tener más vínculos con el Congreso y, desde luego, un control más efectivo del Congreso sobre las acciones de gobierno.

Lo problemático de la segunda mitad del gobierno de Alfonsín demoró los planes de reforma constitucional y sepultó absolutamente los sueños refundatorios de la Segunda República, que nunca existió. Sin embargo la idea de reforma parecía instalada como una necesidad en la clase política, que en 1994 selló el acuerdo conocido como Pacto de Olivos, entre el Presidente Carlos Menem (PJ) y el Líder de la Oposición, Raúl Alfonsín (UCR). En la Reforma de 1994, la figura de articulación ejecutivo-legislativa (el “Primer Ministro” del que estamos hablando) fue sustancialmente reformada. Se abandonó la pretensión de un sistema semiparlamentario, manteniéndose el Presidencialismo pero acortando la duración del mandato presidencial. En tanto el “Primer Ministro” se transformó en el Jefe de Gabinete de Ministros (JGM), que no es otra cosa que un Ministro designado por el Presidente, que tiene algunas atribuciones que lo colocan por sobre los demás ministros (puede presidir las reuniones de gabinete, pero solo ante ausencia del Presidente) y además debe concurrir obligatoriamente una vez por mes al Congreso Nacional para informar sobre la marcha del gobierno (Este último punto se cumple de manera muy relajada, asistiendo el JGM una vez cada 2 o 3 meses al Congreso). Desde 1994 a la Fecha, los JGM no se han caracterizado por su larga duración al frente de sus cargos.

El más longevo ha sido sin dudas Alberto Fernández, que fue Jefe de Gabinete bajo Néstor Kirchner y Cristina Fernández, hasta su desplazamiento en Julio de 2008. Un punto interesante de ver, para marcar diferencias con primeros ministros de otros países es que el desplazamiento de un JGM no significa la renuncia de todo el gabinete, ni de una parte del mismo. El JGM no interviene de manera alguna en la formación del Gabinete. Tal atribución permanece reservada al Presidente de la Nación, quien en vista de esto, no ha delegado prácticamente ninguna de sus funciones en el JGM. En resumen, podría decirse que la intención inicial del pasaje a un régimen parlamentario o de atenuación del Presidencialismo ha resultado en un rotundo fracaso. En futuras entradas abordaré la cuestión sobre si verdaderamente representa el Parlamentarismo una disminución del personalismo político.

sábado, 30 de julio de 2011

Acerca de Chile

Cuando se acerca en estos días, la fecha de un tercer viaje a Santiago de Chile, siento la necesidad de escribir algo sobre el tema, como para ir entrando en calor. ¿Qué es lo que me gusta de Santiago?, ¿Por qué disfruto yendo allá cada año? O más metafísicamente, ¿Por qué Chile?
Para mi Chile siempre significó un país al otro lado de la cordillera, que uno podía imaginar bastante parecido a la Argentina, en un espacio más comprimido y con una gran cultura marítima. Cuando era chico era/sigue siendo común comer algunos pescados o mariscos chilenos acá y el hecho de que provengan de aquél país es sinónimo de calidad, al menos en lo que respecta a la industria ictícola. Lo otro que sabía yo cuando chico era que los buses de allá eran amarillos y que aparentemente contaminaban bastante, ya que una foto de Santiago cubierto de smog grisáceo ilustraba los capítulos ambientales de sendos libros de la escuela primaria.

Enfrentar lo Desconocido

Chile comenzó a ser algo para prestar algo más de atención a partir de 2004 y 2005. Era la época del gobierno de Ricardo Lagos, cuando las relaciones bilaterales entre ambos países comenzaron a afianzarse más aun, luego de tormentosas décadas. Ese país al otro lado de los Andes comenzó a ser destacado en revistas y diarios por sus sólidos índices económicos, su crecimiento sostenido, la pujanza de la construcción y demás. Impresionaban en aquél tiempo las fotos de Sanhattan, nombre con el que se conoce al distrito financiero-empresarial ubicado allá donde convergen Vitacura, Las Condes y Providencia. Algunas pocas fotos del Metro aparecían en aquellos reportajes y desde luego impresionaban por su limpieza, modernidad y demás características que aquél ferrocarril metropolitano aún conserva.

Pedro de Valdivia, Línea 1 | Metro de Santiago

La percepción general era asimismo que Chile era un país culturalmente conservador y machista, por eso fue grande la sorpresa cuando supimos por los diarios que la entonces oficialista Concertación llevaría como candidata a la presidencia a una mujer, fuera Michelle Bachelet o Soledad Alvear. A fines de 2005 se hablaba ya del “Fenómeno Bachelet” y a la zaga, venían en los diarios importantes reportajes refiriendo a la pujanza económica chilena, los rascacielos, la limpieza, el orden, la pulcra clase política, el eficiente Metro y demás. En ese esquema, en el que el país trasandino era el espejo donde todos querían mirarse sólo había una cosa que desentonaba: esas horrendas micros amarillas, que caóticamente y sin lógica aparente alguna surcaban la capital en todas direcciones. Pero no había de qué preocuparse, porque había un plan para las mismas: el Transantiago.

El Tarro de Kuro

Creo que fue antes de saber de la existencia de las orugas albiverdes que me enamoré de Chile. Es que toda la información que venía de allá nos decía que era un paraíso a conocer, que todo allí funcionaba, que los plazos se cumplían, que las promesas se realizaban, que los trabajadores se esforzaban y cumplían cueste lo que cueste. En ese contexto, la figura de Bachelet era simpática y bien recibida. No se tomó gran dimensión de lo que se llamó Revolución Pingüina, aunque era notable observar que existía una disociación entre la orientación del gobierno y el accionar de fuerzas como Carabineros. Para un argentino, esa independencia de acción de un cuerpo policial no es posible bajo ningún punto de vista, pero aparentemente los chilenos no encuentran contradicción aparente entre ambas cosas.

Pero volviendo a lo anterior, el Transantiago venía a cumplimentar una función, cerrar un ciclo. Debía poner fin a un sistema anárquico, instalando un orden, una manera de viajar, una organización eficiente, planificada y centralizada. Pero pronto se vería que el sistema tenía errores y que las estructuras chocarían, una vez más con la mentalidad. Era curioso ver cómo un problema en el transporte podía causar tantos trastornos y más aun, cómo un gobierno podía tambalear o ver cuestionada su legitimidad gracias a los recorridos que el nuevo sistema había implantado. Se puede discutir mucho acerca de las causas del fracaso del plan tal cual estaba pensado, las modificaciones posteriores y demás, pero eso será motivo de otra entrada.
Lo cierto es que el plan, por ambicioso y complejo, resultaba apasionante, sobre todo viendo de qué manera la vida y los desplazamientos pueden cambiar. La naturaleza del sistema (posibilidad de transbordos con tarifa integrada y demás) es de una naturaleza curiosísima, que deja a uno en la libertad de acción absoluta, la multiplicidad de rutas para retornar al hogar, el libre desplazamiento por toda la ciudad pagando unos pocos pesos. Si me había gustado Chile al principio, el tema del transporte allá era increíble y me permitió redescubrir un poco esa pasión que tenía olvidada. Pasaba horas mirando fotologs (la red social de moda en aquel entonces) y buceando encontré algunos interesantes, los cuales recordé. Comencé a seguirlos y hasta el día de hoy lo hago, buscando quizás algunas trazas de aquellos tiempos. Recomiendo al que quiera visitar un poco aquellos sitios donde me reencontré con aquella vieja pasión del transporte, descubrí un gusto nuevo como la fotografía y logré conocer aunque sea un poco, retazos del día a día de una nación que los periódicos mostraban demasiado idílica.

Eliseo Salazar, el micrero

La Zona Z del TS: (Era el sitio que más visitaba antes de ir a tomar mis propias fotografías) Autor: Claudio González Negrete
Lado C del TS Autor: Ariel Cruz Pizarro
Hanoxurbano Autor: Hans Hermosilla
Transantiago Info Autor: Hans Hermosilla
Chiko CL Autor: Claudio Garrido Moya
Kurotashio Autor: Claudio González Negrete

Toda esta producción me abrió los ojos a un mundo nuevo, que me atraía muchísimo. Quería tener mis propias fotos, quería hacer mis viajes. Los hice acá, mientras pude y no me arrepiento. Tuve varias oportunidades de cruzar la cordillera. La primera, frustrada en Diciembre de 2008 por la poca previsión. La segunda exitosa, en Mayo de 2009 que me dejó con ganas de volver. El segundo viaje en 2010 fue algo más largo y a la vez disfruté menos. Encontré a Santiago más deslucido que en 2009, como triste por el terremoto (o por Piñera, ya no sé). Esta será la tercera vez en que vaya. Tengo grandes expectativas y muchas ganas de ir otra vez. Ganas de reencontrarme con algunos amigos, con esa ciudad maravillosa que es Santiago, con ese país con alma de pueblo chico, como alguna vez dijo alguien por ahí, con esa pequeña París que es Providencia y con ese traumático sistema de transportes que tanto dolor de cabeza trae a los trasandinos y tan felices hace a los turistas. Lo que sí es cierto e inevitable es que Chile cambió. No sé cuándo, porque no me di cuenta y tampoco creo que otros se hayan dado cuenta. Ese país es muy distinto a 2005 o 2006. Chile es otro y cambió tan lento que fue imperceptible. Como las placas, que siempre se mueven bajo la tierra y que sólo en contadas ocasiones dejan sentir su roce para provocar los tan fatídicos terremotos que son el sello característico de aquella tierra.

lunes, 18 de julio de 2011

Representatividad de los Partidos Políticos: Una mirada a la crisis argentina (2001 - 2003)

¿Qué sucede cuando una sociedad siente que sus partidos políticos no la representan? Argentina vivió hace casi 10 años una crisis que descolocó a la clase política y a los partidos tradicionales, de la que los mismos no pueden recuperarse pese al paso del tiempo.

En el año 1999, finalizando el siglo, Fernando de la Rúa (UCR) fue elegido Presidente de la Nación por una amplia mayoría. Su candidatura era apoyada por una amplia coalición de partidos, mayoritariamente de centroizquierda. La coalición en cuestión fue popularmente conocida como Alianza, siendo su nombre oficial Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación y agrupaba a la Unión Cívica Radical (centro/socio liberal), uno de los partidos mayoritarios, el FREPASO (Frente País Solidario) (Peronistas de Centroizquierda, opuestos a las políticas neoliberales de Menem), el Partido Socialista y otros menores. El común denominador de esta alianza y de todos sus votantes era el rechazo a las políticas neoliberales de Carlos Menem, que comenzaban a mostrar sus primeros efectos nocivos, tras una breve prosperidad.

Así planteada, la sociedad esperaba del nuevo gobierno que corrigiera las malas políticas de Menem, redujera la desocupación y combatiera la corrupción que, según la percepción ciudadana había sido el sello del menemismo. Con el paso de los meses, se comprobó que el nuevo gobierno no venía a cambiar la situación sino que repetiría en lo esencial al menemismo, con otro discurso. En 2000 el gobierno propuso al Congreso la aprobación de una ley de Reforma Laboral, que flexibilizaba aun más el mercado de aquel entonces. Para no enfrentar una derrota política, la Alianza recurrió a sobornar (sí, leyó bien, Sobornar) a Diputados y Senadores de la Oposición. El caso fue popularmente conocido como Banelco, por ser ese el nombre de una red de cajeros automáticos presente en nuestro país. Al destaparse el escándalo, el vicepresidente Carlos Álvarez, del FREPASO, renunció a su cargo, quebrando la coalición de gobierno pese a que algunos frepasistas se mantuvieron en el gobierno. De esta manera, el gobierno que había llegado para combatir la corrupción se transformó en un gobierno alevosamente corrupto.

Sumada a esta pérdida de credibilidad, la economía empeoraba cada día: De la Rúa cambió de Ministro de Economía, instalando a Ricardo López Murphy, de ideas liberales, que recortó beneficios sociales, provocando la reacción popular que ocasionó su renuncia 15 días después. Como último recurso, ya en 2001, el presidente designó Ministro de Economía a Domingo Cavallo, un ultraliberal que había sido el arquitecto del neoliberalismo en la Argentina, también ministro durante la Presidencia de Carlos Menem y Presidente del Banco Central durante la Dictadura Militar. De manera que intentaba solucionar el conflicto poniendo a cargo al creador del mismo. Este acto terminó por minar definitivamente la credibilidad del gobierno, y lejos de aportar una solución, la empeoró.

La oposición de los sindicatos se hizo más fuerte a partir de la reducción de salarios en la administración pública, específicamente se trataba de una quita del 13% del salario mensual. Esta medida fue tomada para reducir el déficit fiscal, que también fue “combatido” tomando más y más créditos del Fondo Monetario Internacional. La coalición de gobierno se desmembró: la Unión Cívica Radical, principal sostén del gobierno se fragmentó, formándose ARI (Alternativa por una República de Iguales), una fracción de centroizquierda del radicalismo, con fuerte discurso anticorrupción y anti neoliberal. En las elecciones parlamentarias de 2001, el gobierno perdió el control de las cámaras, obteniendo el PJ (Partido Justicialista, Peronismo) la mayoría de las mismas.

El detonante final de la crisis fue el congelamiento de los depósitos bancarios, que enfureció a los pequeños ahorristas de la Clase Media, que se sumaron a la efervescencia social que reinaba en aquel diciembre de 2001. Las revueltas en Plaza de Mayo y el centro, la represión policial y la declaración del Estado de Sitio (Suspensión de garantías constitucionales ante conmoción interior) sellaron el destino del gobierno. Tras fracasar una negociación con el PJ para constituir un gobierno de unidad nacional, Fernando de la Rúa puso fin a su presidencia, a 2 años y 10 días de asumir. El sistema político explotó. Las masivas protestas ciudadanas tenían solo un lema: “Que se vayan todos”, muestra del hastío que provocaba la falta de alternativas dentro de la clase política.

Dados los mecanismos de acefalia presidencial en Argentina, ante renuncia del Presidente debe asumir el Vicepresidente, pero debido a que este había renunciado anteriormente, debía asumir la Presidencia en forma provisional (48 hs.) el Presidente provisional del Senado, Sen. Ramón Puerta (PJ), quien convocó a la Asamblea Legislativa del 23 de diciembre, la cual debía investir un nuevo presidente que completara el mandato de Fernando de la Rúa.

Por mayoría de los miembros presentes, Adolfo Rodríguez Saá fue electo Presidente de la Nación. Su mandato debía durar hasta el 10 de diciembre de 2003, pero la falta de apoyos políticos y la convulsión social, provocaron su caída a tan solo 7 días de asumir el gobierno. Nuevamente se procedió al reemplazo presidencial, siendo elegido presidente provisional el presidente de la Cámara de Diputados, Dip. Eduardo Camaño, quien convocó a una nueva Asamblea Legislativa, para el día 1° de Enero de 2002. Esa asamblea designó al Sen. Eduardo Duhalde como Presidente de la Nación, otorgándole la confianza para solucionar la crisis. Pocos días después el nuevo gobierno ponía fin a la Convertibilidad (Paridad entre el peso y el dólar, equivalentes en 1 ARS=1 USD), abriendo el largo camino para la solución del problema económico. No obstante, la tensión social de mantuvo y era perceptible en las calles, con numerosos piquetes en las calles. Para tener una idea, en Octubre de 2002, el 57,5% de la población era pobre.

La represión policial en los sucesos de Puente Pueyrredón (Avellaneda) durante el invierno de 2002 provocó que Duhalde convocase a elecciones adelantadas para el 27 de abril de 2003. En esas elecciones hubo multiplicidad de candidatos: el Partido Justicialista se fragmentó, presentando 3 candidaturas alternativas y disimiles entre sí: Carlos Menem, aliado a los liberales y conservadores, Néstor Kirchner, prácticamente desconocido y Adolfo Rodríguez Saá, ex presidente durante 7 días en 2001. Asimismo la Unión Cívica Radical tuvo 3 fórmulas presidenciales: Elisa Carrió (ARI), congregaba a radicales descontentos y progresistas de diversa extracción; Ricardo López Murphy, ex ministro de Economía durante De la Rúa (14 días) y Leopoldo Moreau, de línea tradicionalista radical, que obtuvo porcentajes despreciables.

Ninguno de los candidatos alcanzó el porcentaje requerido para proclamarse victorioso, pero por esas curiosidades de las sociedades, quien obtuvo la mayor cantidad de votos fue el ex presidente Carlos Menem, a quien amplias capas de la población sindicaban como el responsable de la prolongada crisis argentina. El porcentaje obtenido por Menem no evitaba que se enfrentase en Segunda Vuelta con quien le seguía en votos, Néstor Kirchner. Aunque ambos de extracción peronista, tenían proyectos políticos diferentes. Menem proponía un Estado Neoliberal y Kirchner una transformación gradual en Estado de Bienestar. La segunda vuelta jamás se realizó, pues Menem rehusó su participación debido a que, según las encuestas hubiera perdido por el 80% de los votos, dado el alto nivel de rechazo que provocaba.

Durante los siguientes meses de gobierno, Kirchner intentará reconstituir la autoridad presidencial, muy desprestigiada y corregir los desequilibrios económicos. El esquema partidario se comenzará a reorganizar en torno al gobierno y al posicionamiento que los partidos tienen respecto a él. Lo que sí es claro es que los partidos tradicionales no llegaban a cubrir las expectativas de la población: la UCR, que había ganado las presidenciales de 1999 en coalición, obtenía solamente un 2,34%, apenas un poco más que la coalición Izquierda Unida que agrupaba a partidos trotskistas, acostumbrados a ser testimoniales.

Aun hoy, aunque recuperado, el Partido Justicialista y la UCR, dominantes en la segunda mitad del siglo XX siguen fracturados. En las elecciones de este año, al menos 3 fórmulas están identificadas con el Peronismo, en sus diversas vertientes. Signos mayores de recuperación da la UCR, aunque no puede evitar la necesidad de concretar alianzas para poder gobernar. Al menos 2 fórmulas están identificadas con los clásicos votantes radicales. Lo que queda claro es que la magnitud de la crisis política de 2001 fue demasiado importante como para ignorarla y quizás sirva para ilustrar qué es lo que sucede cuando una sociedad no tiene alternativas para elegir y toda la clase política mantiene lo esencial, independientemente de su signo político. Hacen falta liderazgos que estén dispuestos a jugársela por la gente y por las demandas ciudadanas, independientemente de los poderosos a los que deban enfrentar.

jueves, 23 de junio de 2011

Fotolog o el dolor de ya no ser

Podrá parecer trivial, pero yo no lo creo. En mi generación y en las que vendrán (qué duda cabe), las redes sociales constituyen un elemento muy importante. Hoy, todos aquellos que estamos alrededor de los 20 años vivimos la efervescencia del surgimiento de las redes sociales, las vimos elevarse, hacerse populares y por último quedar en el más absoluto olvido. Si pudiéramos establecer una línea de tiempo diríamos que la cosa fue Messenger > Fotolog >Flickr/Facebook> Twitter/Tumblr.

Llegamos a una época donde la mayoría de las redes sociales donde nos movíamos como peces en el agua han caído en desgracia, con la quizás honrosa excepción de Facebook que sigue siendo un sitio popular a fuerza de constantes cambios, tanto de forma como de fondo. Lo cierto es que quizás esta sea la herramienta comunicativa más completa de este tiempo (Texto, Fotos, Videos, Música, Compartir Enlaces, Chat, etc.). Eso es algo que las demás redes no tienen.

Quisiera detenerme a analizar un poco del fenómeno Fotolog, cuyo comienzo de popularidad podríamos ubicar en torno a 2005, alcanzando su apogeo durante 2007 y 2008 y cayendo en el más absoluto olvido en 2009. Hoy, en junio de 2011, nadie se acuerda de Fotolog. Algunos dirán: “Yo tuve uno”, otros callarán y otros ni siquiera se acuerdan la contraseña. ¿Qué era lo que tenía Fotolog que lo transformó en un sitio tan popular en aquel tiempo? ¿Y por qué cayó en desgracia?

Particularmente, el tiempo de Fotolog coincide casi plenamente con mi adolescencia media, entre los 14 y los 17 años, por lo que prácticamente todo lo sucedido en aquella época remite a la citada red social. Yo tuve un Fotolog, especializado en colectivos, por corto tiempo. Podría decirse que me uní a ese sitio cuando la cresta de la ola estaba tocando su punto máximo, a fines de 2008, y comenzaría su irrefrenable decadencia. Lo cierto es que yo estuve más tiempo siguiendo fotologs por fuera que por dentro. En aquel tiempo no demasiado lejano, yo no tenía computadora (tuve recién a partir de marzo de 2008) y tampoco tenía internet (a partir de septiembre de 2008), pero accedía de todas maneras, a través de pedir prestado en la casa de mi tía, donde me pasaba horas navegando en estos sitios, enganchados unos con otros a través de comentarios y favoritos.

Cada posteo era esperado con ansias, cada nueva foto era una ventana hacia lo desconocido. Y al no tener la posibilidad de acceder a internet desde casa, el carácter intrigante de todo esto aumentaba. Me la pasaba sacando fotos de aquellos sitios y aún tengo muchas de ellas guardadas. Cada foto era una pieza única y había que descubrirla, analizarla y luego guardarla para que jamás se perdiera. Cuando tuve la posibilidad de imitar aquello que veía, trataba de hacerlo con un celular con cámara. Más tarde llegaría la cámara digital, pero para entonces ya Fotolog estaba en Terapia Intensiva. Creo que esto sucedió porque surgieron herramientas más completas que el flog, porque la calidad de las fotos allí era realmente mala y por culpa del constante spam o firmas de gente que quería promocionar sus sitios sin relación alguna al posteo en cuestión.

Fotolog aún existe, pero está prácticamente muerto. Ya casi nadie lo usa, algunos tan solo lo actualizan para tanto para no verlo morir, o quizás por aquella cuestión de que “es algo tan grande que no puede morir”. Para mí significó mucho: fue la ventana a un mundo nuevo, a una nueva percepción de la realidad y fue un medio para redescubrir antiguos gustos y descubrir otros nuevos. A veces me pregunto si ese período abierto por estas experiencias, esta Urbanidad Latente, como me gusta llamarle; no habrá terminado o al menos dado paso a otro período. En todo caso, creo que tiene que ver con el Espíritu de Época que atravesamos y que nos atraviesa.

Tendría que ponerme a definir bien esos conceptos, pero será en otra oportunidad.