lunes, 6 de junio de 2011

Autoimagen de los argentinos (parte II): El mito de la Argentina Potencia


Una de las cosas más interesantes y curiosas que ayudaron a crear la sensación de superioridad argentina es lo que podría denominarse El Mito de la Argentina Potencia. Trataré en estas líneas de aproximarme a las bases históricas de esta idea.

En primer lugar, es necesario decir que la Argentina tiene una fuerte impronta migratoria europea, gracias al fomento de la inmigración que el gobierno argentino encaró desde fines del siglo XIX hasta principios del siglo XX. Podríamos situar este período de grandes migraciones entre 1880 y 1914, coincidiendo sugerentemente con la época que en Argentina conocemos como República Conservadora, así llamada por la hegemonía política de los conservadores, una economía de régimen liberal y de base puramente agroexportadora.

Aclaro esto para entender por qué hasta 1930 era posible o al menos frecuente la comparación entre Argentina y los Estados Unidos de América, que pese a ser países con importantes diferencias compartían las cualidades de ser grandes receptores migratorios y productores de materias primas para exportación, además de ser ambos países de tamaño considerable. Además de esto, podríamos hablar de la existencia de una clase política orientada en función de la democracia liberal estadounidense, pero dispuesta a disputar su incipiente hegemonía en el continente americano. Un ejemplo de esto fue cuando Estados Unidos desarrolló la Doctrina Monroe, aquella de “América para los Americanos”, Argentina opuso la de América para la Humanidad, evidenciando de esta manera la voluntad de disputar el liderazgo continental. Considero yo que éste es el punto naciente de la idea de la Argentina Potencia, un concepto heredado de la Generación del 80 gobernante en aquella época y resignificado posteriormente.

Lo que cabe preguntarse en este momento es: ¿Realmente estaba Argentina en condiciones de disputar la hegemonía a los Estados Unidos en esta época? ¿Podíamos afrontarlo? Históricamente se considera que en esta época Argentina atravesaba una importante bonanza económica producto de la exportación de productos primarios para el mercado mundial. Esta es la época de la Argentina Granero del Mundo. Visto de esta manera el pasado argentino es por lo menos glorioso y nos llevaría a preguntarnos el por qué de la decadencia posterior.

Particularmente no concuerdo con esta visión que presenta a este pasado de manera tan simplificada. Quedarse con la idea de que Argentina se encontraba entre las primeras 10 economías mundiales hasta mediados del siglo XX es sólo ver una parte del problema. Lo cierto es que Argentina atravesó una bonanza económica relativa producto de la exportación de granos y carnes, pero esta actividad se encontraba en manos de unos pocos, haciendo imposible el desarrollo de empresarios o campesinos de tamaño medio. En segundo lugar, existía en este comercio una fuerte dependencia respecto del Reino Unido de Gran Bretaña, quien era el principal comprador. Al perder esta nación su hegemonía a nivel mundial a partir de la Primera Guerra Mundial, y más acentuadamente a partir de la Segunda, Argentina debió reorientar su comercio exterior y sus estructuras productivas al nuevo contexto internacional. Es preciso señalar que estos factores nombrados no se encontraban presentes en los Estados Unidos, y tampoco se hallaba en aquél país un tercer factor fundamental para entender por qué Argentina no fue potencia. La ausencia de industrias consolidadas o de volúmenes productivos medianos a considerables constituyó un factor decisivo para que la economía argentina no lograra salir claramente de los esquemas agroexportadores hasta la década de 1940, donde se hace evidente un proceso de industrialización. Esta es la diferencia fundamental con los Estados Unidos, que a fines del siglo XIX habían experimentado la Segunda Revolución Industrial y desarrollado fuertemente cordones industriales con los que Argentina, en esa época no podía ni soñar. Algunos teóricos, por ejemplo han abandonado hoy día la comparación con los EE.UU. para realizarla con otras naciones en teoría similares a la Argentina como Canadá o Australia.




Frustrado el primer sueño de la Argentina Potencia de la Generación del 80 o Liberal – Conservadora, estas ideas resurgieron con fuerza durante los gobiernos de Juan D. Perón, en las décadas de 1940 y 1950. La Industrialización, que había iniciado en 1935 en función del nuevo mercado mundial cobró fuerza en esta época y abrió la posibilidad de pensar en una nueva hegemonía o posición dominante en el mercado mundial a partir de la Industrialización por Sustitución de Importaciones. En el marco de esto, el 9 de Julio de 1947, día de la independencia, el Gral. Perón proclamó desde la Casa de Tucumán, misma donde se había firmado el Acta de Independencia de 1816, la Declaración de Independencia Económica, que no constituía solamente un acto declarativo por parte de aquél gobierno sino mostraba la posibilidad de que en un futuro no muy lejano Argentina podría haber alcanzado posiciones importantes en cuanto a producción y comercio.

Acta de Independencia Económica: http://www.marianowest.com.ar/archivos/biblioteca/historiadelperonismo/7.pdf



Lo cierto es que la mayor parte de la industria de aquella época estuvo orientada en función de un creciente mercado interno, donde los obreros podían acceder cada vez más a nuevos bienes de consumo. A lo sumo, la exportación de productos quedó restringida a las áreas circundantes (Latinoamérica) o países periféricos europeos, como España, que en aquella época se presentaba como muchísimo más atrasada que Argentina en la mayoría de los aspectos. Los proyectos más ambiciosos del peronismo, de avanzada para la época (Energía Nuclear, Industria aeronáutica y automotriz, Investigación petrolera, etc.) quedaron truncos por el precipitado final del gobierno peronista debido al Golpe de Estado de 1955.

Lo curioso quizás, es que algunas interpretaciones consideren que la época peronista significó un retroceso respecto de la construcción de la Argentina Potencia, debido a que con su retórica antiimperialista y tercermundista logró alejar a los inversores de la Argentina y alejar a la Argentina del mundo.

No obstante esto, la idea de la Argentina Potencia estará muy presente en los decenios siguientes, siendo utlilizada en mayor o menor medida esta consigna por los gobiernos subsiguientes, ya fuesen civiles o militares. Naturalmente, uno de los intentos más certeros fue el desarrollo de denominadas industrias pesadas en época Arturo Frondizi (1958 – 1962), quien impulsó decididamente la industria del acero, el petróleo y otras industrias de base necesarias para la posterior industrialización a gran escala. Nuevamente estas posibilidades quedarían truncas al ocurrir el Golpe de Estado de 1962.

La políticamente inestable década de los 60 fue un caldo de cultivo para la posibilidad de otra nueva intervención militar, que ocurriría en 1966 con el Gral. Juan Carlos Onganía, de quien se decía en la prensa de la época sería el Franco argentino, vale decir, un Dictador con voluntad industrialista, que ordenase la escena política, económica y social para así lograr la prosperidad en el mediano plazo. Demás está decir que esta nueva dictadura, asimismo presentada como nacionalista, que llegó a prohibir los pantalones de jean porque “corrompen el ser nacional”, llevó adelante un programa cuyo éxito jamás pudo ser comprobado. El desarrollo industrial jamás llegó a concretarse, en parte también por el clima opresivo vivido bajo esta dictadura. Aquí ya podemos observar que el uso de la lógica nacionalista – Argentina Potencia se ha transformado en algo meramente retórico, pero que de igual manera cala hondo en la sociedad argentina que aún cree en la posibilidad de que el país alcance estos estándares que nos equiparen a los primeros países del mundo. Las revistas y los influyentes medios de comunicación jugaron un papel decisivo en la instalación de esta temática en la sociedad.




La dictadura, escondida bajo una fachada nacionalista y de impulso de los valores nacionales, alineados en el eje Occidental y Cristiano, al decir de la época; aplicó las más duras políticas de liberalización y desindustrialización que la Argentina había conocido hasta entonces. Los 90 vinieron a cristalizar aquello que se había puesto en marcha en la segunda mitad de la década del 70. En el nuevo paradigma cultural de la década de los 90, la Argentina Potencia murió y dio paso a un nuevo y efímero concepto: la Argentina Primer Mundo. Pero esto será objeto de análisis para otra oportunidad.


1 comentario:

Ariel Cruz Pizarro dijo...

Excelente Guido, ya me habías comentado algo sobre esto. Es interesante notar cómo se ha utilizado aquel concepto políticamente para impulsar reformas políticas y para controlar la opinión pública. Muchos saludos!